Ella seguía por las calles lluviosas con la mirada perdida pensando qué cosa nueva podría hacer. Se aburría en su soledad por esa razón salió a la calle a ver si existían otras cosas además de expresarse mediante la pluma.
Caminaba y caminaba hasta que en ese suspiro de desesperación le apareció un sueño. ¿Cómo sería un sueño que se puede ver y tocar? No lo sabía hasta ese entonces. Tocó al sueño y era verdadero.
-¿Quieres entrar en mi? Le preguntó el sueño, en una imágen de tempestad. Una tempestad que sólo ellos conocían en una profunda ansiedad que ella provocaba.
-Si entro no sé adónde iré. Me gusta lo atroz, lo áspero; sé que a todos no les gusta, pero no puedo ignorar mis instintos. Mi fuerza original es esa. Quiero intentar cambiarlos, los voy a cambiar. Me siento rara.
-Si eliges irte nunca podrás entrar en mi, ni ver mis profundidades que conoces y que no han sido descubiertas.
-No entiendo, no estoy segura.
-Tu decides.
-No quiero entrar. Te puedes ir, adiós.
El sueño de ella se iba perdiendo a lo lejos, de un color penoso y vacío. Los sueños son así, los ignoras y se van.
Mientras caminaba por las calles nubladas, de pronto aparece un cielo azul, sin nubes, y con colores penosos a lo lejos, pero bien a lo lejos. A ella le gustaba lo atroz, los colores despejados no le significaban nada.
Llegaba a su sitio con la mente ignorada. Las preocupaciones y presiones las iba a cambiar a gusto de los demás, sólo para gusto ajeno, sin ningún tipo de gusto personal, instintivo.
Su vida estaba como el día aquel, lindo por fuera, pero penoso en lo profundo.
Los ajenos notaban el cambio. Ellos sabían que lo atroz era su pasión, lo que a los demás no les gustaba o espantaba, a ella le encantaba. Esa era su magia. Era.
Sin embargo, los mismos ajenos se dieron cuenta que no era el cambio perfecto ni bueno. ¿Y su magia?, la igualdad a ellos chocaba un triste y brutal desencuentro después de un tiempo. Al principio era todo lindo, luego, la pérdida de pasión hacia lo que "le gustaba" era muy notable. Tristemente la necesidad de encontrar aquel sueño que perdió en su profundidad interior, iba aumentando de acuerdo su pureza iba bajando hasta que era nada.
El sueño no aparecía.
Los ajenos, al verla cambiada e infeliz decidieron dejarla. Ella estaba verdaderamente sola. Ella había confundido lo raro con la soledad. Ella mezcló lo diferente con lo normal. Ella ignoró su sueño y ahora se va.
Extrañaba lo atroz, y se dijo así misma: ¿quién soy ahora? No sé quién soy, pero sé que no voy a cambiar nunca más mi interior atroz y áspero. Aprendí que la escencia es lo que hace a una persona especial y no lo que es igual.
Mientras estaba en una habitación de su sitio sintió la necesidad de tomar su pluma y volcar su atrocidad allí. No aguantó más y escribió todos sus pensamientos y arrepentimientos.
El sueño apareció, no hizo preguntas y ella entró y se encontró con su instinto. Los ajenos al darse cuenta de lo valiosa que era la siguieron en su sueño. El sueño se aleja de la mano con ella y feliz en su atrocidad.
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